Existen varias teorías en lo que respecta a la gestión del pasto de la hilera intermedia del viñedo.
En primer lugar, existe la posibilidad de dejar el entre surco sin césped: esta solución garantiza, por una parte, la seguridad de no tener malas hierbas y, por otra, permite a la vid una situación de crecimiento ideal en ausencia de competencia en el sustrato radicular. Por otro lado, sin embargo, hace que el suelo sea muy susceptible a la erosión, a las heladas, a una mayor evapotranspiración en los meses calurosos y a la irradiación, a una menor humedad en el suelo y, por tanto, a un menor desarrollo de comunidades bióticas en el suelo de invertebrados, como anélidos, colémbolos, ácaros, isópodos, quilópodos diplópodos, escarabajos y otros, que conforman el micro ecosistema edáfico del suelo, y que a menudo proporcionan funciones ecosistémicas muy importantes en el suelo como la mineralización de nutrientes orgánicos, y de esta forma aumentan la disponibilidad de nutrientes para el sistema radicular de la vid. Por otro lado, el pasto permanente entre hileras, realizado con diversas especies herbáceas posibles, consiste en sembrar y mantener un sustrato herbáceo, lo que sin duda supone un esfuerzo agronómico y de gestión en comparación con un pasto entre hileras sin pasto, pero sin embargo tiene innumerables ventajas tanto en términos de propiedades del suelo como de rendimiento y calidad de la producción vitivinícola. En primer lugar, el pasto entre hileras limita considerablemente la erosión y, en los casos en que la parcela está en pendiente o expuesta a fuertes vientos, el arrastre del suelo aguas abajo también se reduce en gran medida. Además de garantizar una mayor protección frente a la acción erosiva, también se produce un mayor aporte de materia orgánica al suelo, lo que va unido a una mayor y más constante disponibilidad de nutrientes en el sustrato radicular.
La presencia de suelo con hierba también tiene una mayor capacidad portante en comparación con el suelo descubierto, que es muy sensible al pisoteo y la compactación, por lo que el césped también contrarresta la formación de soleras de labranza o zonas de estancamiento de agua o escorrentía superficial. De este modo, se evitan tanto los problemas de compactación como los de falta de oxígeno en las raíces.
Favorece el microclima ideal para el desarrollo y la actividad de los microorganismos del suelo y la micro fauna invertebrada, cuya actividad metabólica contribuye a los procesos de mineralización y transformación de nutrientes en el suelo, aumentando su fertilidad para la vid.
Así pues, en la mayoría de los casos se puede evitar la suplementación con herbicidas, ahorrando dinero en el producto, tiempo y dinero en el gasóleo del tractor y del operario que tiene que realizar el tratamiento y, al mismo tiempo, proporcionando un considerable beneficio medioambiental sin esparcir herbicidas en el campo. Un sistema de pasto puede mantener la humedad del suelo bajo control y, por lo tanto, mantiene unas condiciones de temperatura y humedad más constantes y uniformes dentro del viñedo, lo que hace que la maduración de las distintas partes del viñedo sea uniforme, con la consiguiente calidad de las bayas y uniformidad en el contenido de azúcar de maduración, con considerables beneficios también en la elaboración del vino.
Además, el pasto entre hileras permite reducir la intensidad de la poda en verde y la poda de invierno para las vides menos vigorosas, con una siega más rápida y rentable.
¿Cuáles son los cultivos de cobertura entre hileras más utilizados en el viñedo?
Los cultivos de cobertura más utilizados son la alfalfa, el trébol, la esparceta, la veza, el altramuz y el centeno. La elección de las especies vegetales depende de diversos factores agronómicos y de elección de la explotación.
Los cultivos de cobertura más utilizados son la alfalfa, el trébol, la esparceta, la veza, el altramuz y el centeno. La elección de las especies vegetales depende de diversos factores agronómicos y de elección de la explotación.
