El DAP 18-46-0 es el abono inicial más utilizado en el mercado. Es un abono sólido en forma de gránulos. Responde rápidamente a las necesidades de la planta cuando está establecida o cuando empieza a crecer de nuevo después del invierno.
Este fosfato amónico proporciona los nutrientes que la planta necesita para crecer y aumentar su resistencia al estrés climático. Facilita el inicio de los cultivos. Contiene fosfato soluble en agua.
1 fuente de nitrógeno:
- Nitrógeno amoniacal, para actuar a largo plazo.
El fosfato amónico 18-46 estimula el crecimiento de las raíces y contribuye al desarrollo. Por lo tanto, este abono combina los efectos de arranque con los valiosos efectos de los nutrientes al final del ciclo. El DAP puede aplicarse como un fertilizante localizado para ser colocado cerca de la semilla en desarrollo. Si se pone en contacto directo con la semilla, debe utilizarse con cuidado para evitar posibles quemaduras durante la germinación. Esta técnica permite asegurar el desarrollo, sobre todo en condiciones climáticas frías o lluviosas después de la siembra, de suelos fríos de color claro o blanco o de textura arcillosa, de suelos con escaso aporte de ciertos nutrientes o baja disponibilidad de estos elementos (por ejemplo, pH ácido o, por el contrario, demasiado alcalino que bloquee el fósforo), de suelos no trabajados (siembra directa), que son más lentos en su calentamiento y mineralización y que suelen tener una mayor acidez superficial.
Puede utilizarse como abono inicial en aplicación localizada o esparcido en cultivos de primavera (patatas, maíz, etc.), así como en cultivos de invierno (colza, cereales, etc.)
El uso de abono inicial permite una mejora casi sistemática de la precocidad: ganancia de 3 a 8 días en la fecha de cosecha. Al estimular la emergencia, el iniciador también reduce los efectos de los ataques de las plagas subterráneas, como las moscas de las semillas. Pero también otros ataques aéreos a los cultivos por parte de insectos (escarabajos pulga, pulgones...), gasterópodos (babosas) o aves (palomas, córvidos...).
Algunas cifras que atestiguan el interés de los abonos de arranque.
Según un estudio realizado por la AGPM, el ITCF y el Instituto ARVALIS, el aumento del rendimiento del maíz en grano se sitúa en torno a los 2,5 dt/ha, y eso no es todo, los fertilizantes de arranque reducen el contenido de humedad en 0,8 puntos de media. Lo mismo ocurre con el maíz forrajero, con un aumento de la producción de materia seca de unas 0,5 toneladas de MS/ha.
Como abono fosfatado en la gama de los fertilizantes minerales, el DAP 18-46-0 es un abono codiciado, tanto como los fertilizantes nitrogenados, por su rendimiento agronómico a nivel de cultivo y en el suelo.
Consejo de Agriqo:
Los elementos que hay que tener en cuenta para el fósforo, un elemento poco móvil, son: los resultados del análisis del suelo, el tipo de suelo y el historial reciente de fertilización son los tres criterios que hay que mirar. Si la cantidad de P a aplicar es baja (menos de 50 E/ha), el abono de arranque es suficiente. Más allá de eso, es necesaria una fertilización adicional cada dos años.
En la parte nitrogenada, en la siembra, no se recomienda aportar más de 50 kg N/ha. Antes de la fase de 4 hojas, el maíz es menos eficiente en el uso del nitrógeno (coeficiente de uso estimado en 0,6). Las necesidades de nitrógeno del maíz se evalúan multiplicando la cantidad de nitrógeno necesaria para producir un quintal por el objetivo de rendimiento alcanzable.
Esta fertilización, ya bien utilizada en el maíz, es una técnica que está en auge en los cereales, la colza y la patata (aunque pocos productores se equipan de momento con la fertilización localizada, tiene beneficios en el rendimiento, los niveles de proteína y las fechas de cosecha).
La cantidad de abono aplicada mediante la localización es sólo una parte de la aplicación y habrá que completarla posteriormente.
